Desde las alturas morales

La juventud de hoy ama el lujo, es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar.

–Sócrates

 

Hablaba la vez pasada de la falacia de los “tiempos mejores” y de cómo muchos, haciendo alarde de una memoria muy selectiva, se sientan a contemplar lo que piensan es el ocaso de la civilización humana causada por las generaciones más jóvenes y el fantasma de la tecnología.

Lo que llama mucho la atención es la existencia de una especie de “balcón moral” desde el que muchos salen a decir que, cuando eran jóvenes, hacían las cosas de otra manera: jugaban mejor, convivían con su familia mejor y hasta iban mejor en la escuela ya que no “dependían” de la odiosa tecnología.

Claro que eso lo dicen, y hasta memes publican, desde sus redes sociales. Presumen de no depender de la tecnología, utilizando sus herramientas; ya están como aquellos “nacionalistas” que desde el Starbuck y a través de su iPhone llaman a boicotear productos estadounidenses.

Aquí podría poner aquel ejemplo de un texto de Sócrates que ya le ha dado demasiadas vueltas a la Internet. En éste, el filósofo se quejaba de que todo se estaba yendo al caraxo por culpa de los jóvenes.

Lo curioso es que quienes peor uso hacen de la tecnología (transmitiendo información incorrecta o, de plano, burdamente falsificada) son los adultos.

Mientras escribía esto, de forma muy pausada, sin buscarlo llegaron a mi dos ejemplos de este argumento.

Primero la opinión del editor de una reconocida revista.

Solito apareció en mi timeline de Twitter (@areygadas): se queja de que la gente ahora es “irrespetuosa” porque en vez de aplaudir, graba con su teléfono.

Por supuesto que eso no ocurría en épocas de Pedro Infante o Paco Stanley… ¡¡Por qué no existían los smartphones como ahora los conocemos!!

¿Por qué podría considerarse falta de respeto el hecho de grabar la comitiva fúnebre del cantante?

El segundo ejemplo llegó a través de un grupo de cincuentones de Whatsapp y, estoy seguro, que muchos ya lo han visto.

Un claro ejemplo de lo que más arriba llamé “balcón moral” de una generación que se siente mejor que la nueva.

Lo primero que me viene a la cabeza, al leer este texto, es, «Pobre de esta gente que le tocó estar rodeada de puros vándalos». En mi caso personal, la gran mayoría de jóvenes que conozco son educados, respetuosos, comprometidos y con un gran gusto por convivir con su familia.

Por otra parte, la verdad es que hasta la fecha me sigo preguntando cómo le hacía yo para vivir sin los grandes adelantos tecnológicos que tenemos hoy. Estos jóvenes “tan ingratos” tienen en sus manos herramientas que nosotros hubiéramos querido a su edad.

Herramientas no sólo de contacto y de interacción si no también de poder: vivimos en una época de gran problemática (aunque no ha sido la única) pero también contamos con muchas herramientas que nos pueden dar la capacidad de revertir esos problemas.

Esa generación que hoy criticamos por vivir con las narices metidas en el smartphone (claro, uno no lo hace) es la que a fin de cuentas heredará los grandes retos y que, para bien o para mal, deberá de enfrentarlos.

A final de cuentas la tecnología disponible será la única arma de la que dispondrán así que, tienen todo el derecho del mundo en usarla a su favor.

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