Twitter anunció que algunas cuentas ya están probando la nueva versión de su servicios: la capacidad de emitir mensajes con 280 caracteres, es decir, el doble de la capacidad actual.
De forma personal creo que el formato de 140 caracteres es suficiente por la principal razón de que ya nos acostumbramos. Cualquier persona que utilice la red de micro blogging tiene que haber aprendido -para estas fechas- a ser altamente sintética y lacónica.
Gracias a esto Twitter puede cumplir la función que mejor desempeña: la de llevar noticias de manera rápida a todo un universo. De ser una fuente de información que -por naturaleza- debe de ser lo más condensada posible; adiós a muletillas y lugares comunes, sólo la información pura y dura.
Pero resulta que Twitter quiere ir más allá del medio noticioso; quiere imitar a otras redes sociales en cuanto a número de usuarios pero también en cuanto a dinero entrando a raudales.
Twitter no ha podido ser negocio (por lo menos no al nivel de otras) y a sus dueños les urge encontrar un modelo más rentable. Piensan que si incrementan la capacidad de los mensajes podrán atraer a más gente y, por ende, a más anunciantes.
Twitter no se ha dado cuenta que sus verdaderos problemas se encuentran en otros lados: la gran cantidad de robots que pululan como hordas de cucarachas según intereses de grupos políticos y económicos; no ha hecho nada para contrarrestar el gran problema de bulliyng que padece, de la inmensa legión de cuentas que promueven el odio.
La red social le ha fallado a muchos de sus usuarios al permitir que la red se transforme en un inmenso salón de quinto año de primaria en el que el profesor ha salido unos momentos y en el que los alumnos hacen lo que se les da la gana: desde pintar en las paredes hasta insultar y pelear con el de a lado.
Son esos temas, y no la posibilidad de escribir lo doble, lo que han hecho de Twitter una red “secundaria” y sin la relevancia social de su competencia.