Chatroulette está dando mucho que hablar: ¿paraíso de desnudo y exhibicionismo o medio de comunicación revolucionario?
Leo los números de Chatroulette y me impacta lo que veo, cuando abrieron, en diciembre del año pasado tuvieron unas 400 visitas únicas, para febrero habían superado el millón y este número está creciendo.
Para quienes no conozcan Chatroulette ahí les va la explicación: solo basta conectarse al sitio y tener una webcam (no es vital), el sistema conectará de manera automática y aleatoria a un usuario que puede estar en cualquier parte del mundo.
Sobre el papel suena bien, pero ¿qué ocurre cuando uno no necesita siquiera registrarse para acceder de manera directa a la computadora (y a la sala) de un perfecto desconocido de manera impune?
Pues que los más «enfermitos» empiezan a hacer de las suyas.
TechCrunch hizo un pequeño estudio de la composición de los usuarios de Chatroulette y llegó a conclusiones que no impresionan: el 89% de los usuarios son hombres (a la caza), el 47% están ubicados en Estados Unidos y el 13% son lo que el sitio describe con el eufemismo «pervertido«.
Por pervertido yo más bien utilizaría la palabra exhibicionista por que eso es en realidad, gente desnuda (puros hombres, no se emocionen) y closeups realmente enfermos de partes que… preferiríamos no ver.
Por supuesto que el sitio, así como se ha creado mala fama, también tiene su lado amable y hasta humano. En lo personal me gustó la campaña de una persona que apostaba a que uno «voltearía» la cabeza para leer un texto puesto en posición vertical; hay que ver cuantos no pudieron dejar de sonreír.
O el que improvisa con el piano según le va tocando su contraparte del chat:
Ahora resulta que el creador del sitio, Andrey Ternovskiy, un chavo ruso de 17 años está ante un problema: tiene el potencial para conseguir patrocinadores pero, con ese exceso de gente que le gusta «compartir» de más es imposible por lo que se encuentra buscando la receta para cambiar esa situación.
Por lo pronto ahí está Chatroulette; una vuelta por sus entrañas nos habla mucho sobre la naturaleza humana y si no les importa ver algunos individuos que comparten demasiado, es curioso pensar en este mundo en el que es posible que dos individuos, a un continente de distancia, pueden verse a través de una pantalla en un momento fugaz que conecta por única vez a dos perfectos desconocidos en toda la eternidad.