Apocalipsis desechable

Apenas terminamos el mes de enero de este nada prometedor 2020 y ya enfrentamos, no solo uno, si no dos apocalipsis.

El primero llegó con el fantasma de la guerra: luego del asesinato del general Qassem Soleimani en Irak muchos se espantaron con la posibilidad de una tercera conflagración mundial.

El segundo es, por supuesto, el mentado coronavirus.

Siempre me ha llamado atención la facilidad que tenemos para asustarnos con amenazas un lejanas para luego tirarlas al olvido como si se tratara de una moda o un meme.

Apenas hace unas semanas todo mundo andaba con el alma en un hilo por culpa de los supuestos misiles iraníes que «no tardaban en empezar a caer»; todo ese desasosiego ya fue prácticamente tirado a la basura y olvidado.

¿En qué momento nuestros temores se volvieron desechables?

Ahora estamos en lo que los expertos llaman “un nuevo ciclo de noticias”: el coronavirus se ha transformado en la nueva amenaza que, ahora sí con toda la seguridad, extinguirá a la raza humana.

Cosa muy curiosa: al igual que hace unas semanas escuchamos todo tipo de teorías conspiranóicas sobre los grandes capitales y grupos de poder creando crisis para obtener enormes ganancias económicas, ahora las volvemos a ver. Sólo se cambiaron a los fabricantes de armas por los fabricantes de medicinas.

Entonces… ¿Ahora si estamos al borde del apocalipsis?

La verdad es que lo dudo mucho. Al momento las cifras del coronavirus no se acercan, de ninguna manera, a las de otras epidemias que ya hemos enfrentado.

De hecho, si a males respiratorios nos vamos, yo diría que mejor hay que preocuparnos por la influenza estacional, que ahí sigue, cobrando miles de víctimas cada año.

¿Qué otra paranoia nos espera?

No hay que buscarle mucho ni esperar mucho: a mediados de febrero tendremos el paso del asteroide 163373 en las cercanías de nuestro planeta.

Algunos medios ya han comenzado a malinterpretar la información diciendo que este acercamiento es potencialmente peligroso y que nos podría pasar lo que les pasó a los dinosaurios.

No hay que dudar que pronto todas nuestras paranoias cambiarán de objetivo rumbo a las regiones siderales en las que, las grandes corporaciones y los grupos de poder, seguro están realizando algún plan macabro para nuestra destrucción.

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