Terminé de ver “The OA”, serie de 8 episodios producida por Netflix y protagonizada por Brit Marlingy Emory Cohen.
Es una historia que podría calificarse como de misterio, aunque yo la agregaría «terror psicológico». Tiene esa capacidad de desatar una serie de temores con la simple sugerencia y sin mostrar realmente elementos clásicos del género de terror.
La serie sigue el regreso de Prairie Johnson, una mujer en sus casi treintas, a su hogar y a sus padres ancianos. Este retorno, nos enteramos, se da después de que esta mujer permaneció desaparecida ¿raptada? Durante siete años.
En un principio la serie parece enfocarse en el desarrollo de algunos personajes que viven la aburrida realidad de un monocromático suburbio en algún lugar del estado de Michigan y la High School donde estudian o trabajan.
Sin embargo muy pronto nos damos cuenta que todo empezará a girar en torno a la reaparecida Prairie quien reúne a un grupo muy ecléctico de personajes para contarles su propia historia. A partir de ese momento nos vemos envueltos en una doble trama que brinca de manera alterna entre el desarrollo de los personajes que escuchan y el desarrollo de la historia de los años en que estuvo desaparecida.
La narración de Prairie es escalofriante en cuanto el aspecto físico y psicológico con varios giros que nos hacen esperar un resultado mejor, pero que parecen hundirse cada vez más en el terreno de la desesperación.
La historia debe de tener, suponemos, un final feliz (ya sabemos que ella lo superó) sin embargo en su transcurso vemos como ésta comienza a afectar -de forma muy positiva- al muy diverso grupo de cinco personas que lo escuchan. En cierta forma entre más desesperanza causa la historia de Prairie, más positiva se resuelve la vida de los que la escuchan y las relaciones entre ellos.
El final de temporada, en su primera parte, es un poco anticlimático, más en la última parte llegamos a un punto que podría catalogarse como la peor pesadilla (sobre todo en estos tiempos que corren) y aunque acaba con un dejo agridulce, nos deja en un cliffhanger que podría dejar mordiéndose las uñas a más de uno.
Aunque la producción no es muy espectacular (por motivos de la propia historia), es la actuación de los diferentes personajes así como el argumento, los motores de una historia que analiza grandes temas como la libertad, la espiritualidad y la propia muerte.
Diría que la trama es un tanto complicada e incluso lenta porque así lo amerita la parsimoniosa, pero inexorable, revelación de los motivos de un “académico” obsesionado con un solo tema.
Si te gustan los thrillers psicológicos y tienes la disposición de ver algo que rompe con estereotipos y marca su propio ritmo, “The OA” es una gran opción.
Por cierto, entre los créditos de producción ejecutiva podemos encontrar a Brad Pitt.