Ingobernable: Ni impactante, ni atrevida, ni siquiera innovadora

Ingobernable, estelarizada por Kate del Castillo llega rodeada de un aura de atrevimiento político en una época en que la institución presidencial está muy devaluada.

Epigmenio Ibarra, quien se ha forjado una imagen de crítico al gobierno, presenta esta serie como su muy particular visión de los entresijos del poder. Intenta vapulear al gobierno y exhibir la corrupción que campa en las altas esferas mediante una historia que podría parecer cmo “provocadora”.

Siempre he sido muy escéptico con las series producidas en México debido a que, sinceramente, nunca hemos visto algo de talla internacional. He de confesar que por ahí leí una crítica que hablaba del «atrevimiento» de Ibarra que marcaría época al ir a donde nadie lo había hecho antes.

Así que, el mismo día de su estreno, miré los dos primeros capítulos y mi decepción fue tan grande como mi expectativa.

Hay que decirlo: la producción es espectacular. Ingentes cantidades de dinero para uniformar actores como militares de alto rango; para alquilar grandiosas locaciones, oficinas, y hasta un war room que parece sacado de película gringa, sin embargo, el hábito no hace al monje. Por más dinero que se le aviente a la producción, esta dependerá de un guion inteligente y en el caso de “Ingobernable” eso no ocurre.

Los personajes se miran acartonados -como de telenovela-, las secuencias se antojan demasiado largas -¡eternas!- ya veces sin sentido y los diálogos… ¡Dios mío! Qué mal le ha hecho la telenovela a nuestra televisión y a los actores nacionales: diálogos con nula credibilidad escritos de esa manera en la que el cine mexicano actual cree que pasa por realista. Nunca he estado en contra de usar malas palabras en un buen guion; reflejan el verdadero hablar de la gente, sin embargo, en “Ingobernable” parecen metidas a fuerza, tan sólo por cumplir con la clasificación de «para mayores de 15 años».

En lo que a guion se refiere le encuentro una serie de incongruencias letales: ¿se arriesgaría un presidente a irse a meter a un hotel para agarrarse a cachetadas con su primera dama? ¿Puede esta misma mujer agarrarse a balazos con un miembro del Estado Mayor Presidencial para luego escaparse y recorrer media ciudad -en tacones- y tapándose la cara de la manera más sospechosa posible?

Los «medios de comunicación» se escuchan falsos y forzados (¿qué los guinistas no ven la tele?), una única voz que transmite, y que quiere sonar como Adela Micha, reflexiona de forma incoherente a lo largo de toooda una noche ante los «shockeados» parroquianos de los bares en las banquetas (en plena tormenta) de la Ciudad de México.

Todo esto salpicado de situaciones irreales ¿qué hace el secretario de gobernación correteando al presidente y luego manipulando su cadáver? ¿Mandando lacrimógenos mensajes por televisión a la primera dama? ¿Por qué detienen a los niños? ¿Cómo es que el suegro del presidente habla al secretario de gobernación para gritonearle?

Las autoridades recorren la Ciudad de México en pleno efecto de «Película de Nueva York» donde el tráfico no existe -para ellos- y siempre hay espacio para estacionarse. La protagonista se retira un chip escondido bajo la piel con propia mano (sin que haya una cicatriz previa) y como si nada continúa con su fuga, mientras tanto el secretario de gobernación se pasea por todos lados en mangas de camisa y con manchas de cátsup en ésta.

Tan solo por nombrar algunas.

Kate del Castillo (que aprovecha el reboot que todo el affair Chapo Guzmán le ha dado a su carrera) camina por la ciudad tapándose la cara de la manera más sospechosa. ¿No han notado que todos sus papeles los desarrolla de la misma manera?; Álvaro Guerrero se ve ridículo durante dos capítulos completos con la camisa desfajada y queriendo pasar por un secretario de gobernación que -como pinta la cosa- podría ser el principal sospechoso del asesinato. A Erik Hayser le queda inmenso el papel de presidente, aunque intente parodiar a Enrique Peña Nieto. Lo peor del reparto podría ser la insufrible Eréndira Ibarra (viva el nepotismo) con sus manitas siempre en la espalda, tiesa y con nula capacidad histriónica.

Quizá lo único rescatable en cuanto actuación sea Fernando Luján en su papel de hiper mamón empresario, aunque con una libertades argumentales bastante ilógicas.

Si te gustan las telenovelas de cualquiera de las dos televisoras, seguramente te fascinará «Ingobernable», por lo contrario, si esperabas un thriller de política y poder (tal como lo prometían en los teasers) ni la veas.

Nos prometieron el “House of Cards” mexicano y nos entregaron “La reina del sur” en Los Pinos.

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